miércoles, 14 de diciembre de 2011

La conquista de los Polos




Los tintes épicos que rodearon la conquista del polo Sur en los albores del siglo XX, convirtieron esta carrera en la más dramática de cuantas competiciones jamás ha emprendido el espíritu humano. Auspiciados por un pujante nacionalismo y con el apoyo de descubrimientos como las máquinas de vapor y los nuevos medios de comunicación que hicieron al mundo mucho más pequeño, en el periodo entre mediados del siglo XIX y la mitad del XX las grandes naciones de Occidente se lanzaron a conquistar el mundo.

Alemania, Estados Unidos, Bélgica, Francia, Italia, Suecia y especialmente una Inglaterra cargada de poderosas razones victorianas, fueron borrando una tras otra las últimas manchas blancas del mapamundi. La fiebre de la conquista se propagó de las selvas africanas a los desiertos centrales de Asia, alcanzando su arrebato en las regiones polares, hasta alcanzar su final al mismo tiempo que se lograba ascender a las cumbres más altas de la Tierra, en el Himalaya y ya en la década de los pasados 50. Sólo cuando hubo conquistado aquellos últimos lugares vírgenes, el hombre miró al espacio.

El camino del polo Sur pasa por el polo Norte

«Se ha conquistado el polo Norte». En 1909 viajó por todo el mundo la noticia de que Robert Peary lo había logrado —es muy posible que tanto Frederick Cook como Robert Peary pensasen que realmente habían conseguido el éxito en sus respectivas aventuras. Hoy se ha demostrado que no lo hicieron, pero en 1909 no se sabía nada de esto—. Fue un duro revés para el noruego Roald Amundsen, que preparaba una expedición para ser él el primero. Había conseguido que Fridtjof Wedel-Jarlsberg Nansen le dejase el barco polar 'Fram'; también que el Gobierno noruego y diferentes patrocinadores de su país subvencionasen la aventura.

Haciendo uso de su mentalidad práctica, en la que lo que realmente importaba era conseguir sus objetivos, supeditando la manera de lograrlo al éxito final, Amundsen cambió su sueño anhelado. En vez del ya conquistado polo Norte, marcharía al todavía virgen polo Sur.

Para evitar que nadie le retirase sus apoyos y sobre todo, porque sabía que el británico Robert Falcon Scott se dirigía a la Antártida con idéntico objetivo, Amundsen mantuvo en secreto sus cambios de planes durante el año que duraron los preparativos del viaje. «Si se quería salvar la expedición, era necesario actuar rápidamente y sin ninguna vacilación. Con la misma velocidad que las noticias habían viajado a través del mundo, decidí cambiar mi punto de vista y volví mi mirada hacia el polo Sur», escribiría Amundsen sin el menor inconveniente en el relato de aquella aventura.

A comienzos de 1911, Amundsen llegó a la Bahía de las Ballenas de la Antártica. Allí preparó el campamento base 60 millas más cerca del Polo Sur que su rival.

En el mes de octubre, ambos exploradores partieron en busca de su cometido. Amundsen hacía uso de perros de trineo y Scott empleaba trineos a motor, potros siberianos y perros.

El 14 de diciembre de 1911, la expedición de Amundsen ganó la carrera, batiendo a su rival británico, Robert Falcon Scott.: llegó al Polo Sur y volvió al campamento base sin incidentes.

La expedición de Scott fue menos afortunada. Los trineos de motor se estropearon, los potros murieron y los equipos con perros no les sirvieron de mucho (Scott y cuatro de sus compañeros tuvieron que terminar la expedición a pie).

El 18 de enero de 1912, Scott y su equipo alcanzaron el Polo Sur y se encontraron que Amundsen y su equipo habían llegado un mes antes que ellos.

El viaje de vuelta fue excepcionalmente triste para los vencidos: Scott y sus cuatro compañeros perecieron de vuelta al campamento. El cuerpo helado de Scott, que había sido arrollado por una tormenta, se encontró posteriormente a tan sólo 1 milla del campamento base. Sus cadáveres y el diario de la expedición fueron encontrados el 12 de noviembre de 1912.



Vídeo de la canción Héroes de La Antartida de Mecano, homenaje a Scott y al triste suceso.

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